Para descrédito de la Comisión de Derechos Humanos de Ginebra, el adicto a las drogas cubano, Danilo Maldonado, también conocido como El Sexto, estará en la apertura de la Novena Cumbre Anual de Ginebra para los Derechos Humanos y la Democracia, según informó recientemente la emisora anticubana financiada por el gobierno de Estados Unidos, Radio Martí.
La presencia de este delicuente cubano en dicho foro demuestra la orfandad en la que se encuentra la mafia anticubana de Miami para mantener en funcionamiento la llamada industria anticubana que, durante más de medio siglo, ha enriquecido a unos pocos con los fondos provenientes de los bolsillos de los contribuyentes estadounidenses.
El personaje que en esta ocasión llevan a Ginebra los mafiosos de Miami, presuntamente para ilustrar la represión en Cuba, no es más que un vulgar deliencuente a quienes sus patrocinadores han querido disfrazar de grafitero aunque no cuenta con obra alguna que avale tal engendro mediático.
De acuerdo con una entrevista publicada en El Nuevo Herald donde se inentaba limpiar la sucia imagen de este nuevo representante de la “disidencia”: “La primera vez que Maldonado ingresó en prisión fue debido a un robo con fuerza en un almacén de una base de tanques del Ejército”.
Al decir del propio Maldonado: “La prisión es un lugar donde encuentras muchos tipos de personas, con distintas culturas y puntos de vista. Aprender a vivir entre ellos, a convivir, es una de las grandes lecciones que me dejó esa experiencia”.
El nuevo representante de Miami en Ginebra, más que como artista es conocido por su adicción a las drogas. Dicha práctica fue la causa de que fuera expulsado del programa de becarios en el Miami Dade College, “Becas de un solo pueblo”, auspiciado por la organización terrorista Fundación Nacional Cubano Americana en el 2014.
Sobre el tema, y según la misma entrevista publicada en El Nuevo Herald: “Maldonado no oculta que tuvo un pasado problemático. Al preguntarle sobre la campaña de difamación en su contra, impulsada por blogueros al servicio del gobierno cubano que lo acusan de ser adicto a las drogas, explica: “Yo he estado metido en muchas cosas en mi vida que me han hecho ser lo que soy. No vengo de un monasterio”.
Por supuesto que no, los delincuentes no vienen de los monasterios sino de la cárcel. En el caso de Danilo Maldonado, primero como delincuente común y luego como presunto “activista” político. En realidad otro más de los que, mantenidos desde Miami, han convertido a la llamada disidencia en un modo vivendi.
No es por cierto la primera vez que la Comisión de Derechos Humanos de Ginebra es víctima del ridículo. La administración Reagan, en su odio visceral hacia Cuba, llegó a nombrar como su embajador en esa sede de las Naciones Unidas al poeta y paralítico Armando Valladares que, como siempre se supo, no era ni paralítico, ni mucho menos poeta.