Counterpunch: La legitimidad de Yoani Sánchez es cuestionada por muchos

María Elvira Salazar, periodista de Miami, entrevista a Yoani Sánchez. Salazar es célebre por haber entrevistado a Luis Posada Carriles, quien le confesó ser el autor del atentado con bombas en Miami. Ella testificó a favor del terrorista, díciendo básicamente que él no dijo lo que dijo ante sus propias narices.

María Elvira Salazar, periodista de Miami, entrevistó esta semana a Yoani Sánchez. Salazar es célebre por la conversación que sostuvo con Luis Posada Carriles, quien le confesó ser el autor intelectual del atentado con bombas en La Habana que le costó la vida a un turista italiano en 1997. Sin embargo, ella testificó en el 2012 a favor del terrorista, díciendo básicamente que él no dijo lo que dijo ante sus propias narices y cámaras.

Un artículo publicado hoy en el diario alternativo Counterpunch hace muy buenas preguntas sobre la gira de Yoani Sánchez por Estados Unidos y el anunciado homenaje que le harán en Miami. Reproducimos fragmentos del texto The Cuban Blogger and the “Big Bad Wolf”: The Curious Case of Yoani Sanchez, escrito por Benjamin Willis y María Isabel Alfonso, miembros fundadores del grupo Cuban Americans for Engagement (CAFE). Benjamin Willis es músico y Maria Isabel Alfonso, es profesora de la St. Joseph’s College en Neva York.

El grupo Cafe está integrado por emigrados cubanos asentados en los estados de Florida, Illinois, Colorado, Massachusetts, New York, Virginia y Kentucky, y cuenta con el respaldo del Grupo de Trabajo Latinoamericano (Lawg, según sus siglas en inglés) y de la Oficina Latinoamericana de Washington (Wola).

A continuación, fragmentos del texto publicado originalmente en inglés:

La incomprensión de la realidad histórica de Cuba en general, y de su relación actual y pasada con los Estados Unidos en particular, ha llevado a intelectuales, periodistas y ciudadanos comunes a cuestionar sus motivos y sus recursos. Nunca antes hubo alguien con tan poca experiencia que haya ganado tantos elogios internacionales y tan rápido. El hecho de que muchos de estos premios vienen de países que han aplicado activamente políticas para usurpar la soberanía de Cuba, se suma al cuestionamiento de la legitimidad de Yoani.

Las regulaciones del embargo de EE.UU. no permiten el apoyo empresarial desde los EE.UU. (para sostener un medio de prensa en Cuba como el que quiere crear Yoani), ni puede disuadir a una empresa extranjera para que replique la publicación digital, debido a las ramificaciones extraterritoriales de la Ley Helms-Burton. En un giro irónico del destino, ¿ella tendrá que depender del comunismo absoluto para que su periódico pueda tener éxito? ¿Será que sus empleados y compañeros de trabajo a tiempo completo lo harán de forma gratuita, con el fin de llevar un proyecto tan ambicioso a buen término?

El pasado martes Yoani fue invitado a Washington DC para reunirse con miembros del Congreso y hablar en el Instituto Cato, donde volvió a reiterar la necesidad de poner fin al embargo. Pero en lugar de admitir la obviedad de que el embargo es un impedimento para la economía y la vida cotidiana de su gente, ella lo llamó una “excusa” y declaró en el Cato Institute lo siguiente: “Me encantaría ver cómo el aparato de propaganda oficial funcionaría sin este lobo feroz. Dudo que pudiera.”

La referencia al “lobo feroz” puede recordar al lector el hecho de que no se trata del lobo de ficción en la historia infantil de la Caparecita Roja, sino aquella amenaza peligrosa que en repetidas ocasiones vino a destruir las casas y las vidas de los tres cerditos. Eso es exactamente lo que el embargo ha hecho. Ha destruido las vidas, hogares y la infraestructura de la nación cubana, mientras que burlonamente ese lobo dice que fomenta la “democracia” y su objetivo es “ayudar” a aquellos a los que perjudica.

Si este razonamiento cínico es lo que se necesita para desmantelar el embargo, no la hará más creíble a ella. El embargo puede ser un apoyo para el gobierno cubano para consolidarse, pero también ha tenido efectos muy reales sobre la población de la isla y Yoani no puede pretender ser portavoz de su pueblo si ella no puede admitir ese hecho obvio.

A pesar de su argumento tibio para el levantamiento del embargo, estaba más que satisfecha de haber conocido a los propios miembros de la facción cubano-americana de la Cámara que han hecho todo lo posible para continuar con esa política, y que a su vez, estaban más que dispuestos a adularla a ella. Su odio visceral por el gobierno cubano es suficiente para que puedan pasar por alto el hecho de que no están de acuerdo acerca de la “eficacia” del embargo. ¿Será Yoani capaz de exigir que Estados Unidos levante el embargo y deje de financiar operaciones de cambio de régimen que ponen en peligro a ciudadanos cubanos? ¿Hará un llamado al Presidente Obama para quitar a Cuba de la lista de estados patrocinadores del terrorismo?

En abril está programado que regresará a Miami, donde se rendirá homenaje a su obra. Se le entregará una medalla y hablará en la cuestionable Torre de la Libertad (Liberty Tower). ¿Podrá ejercer su libertad de expresión e informar a un público que incluirá a la mayoría de los incondicionales anticastrista cubano-americanos, que el embargo es una política intervencionista y tiene que ser levantado Ya!, que los Cinco deben ser liberados, y que la Base Naval de EE.UU. en Guantánamo tiene que cerrar y el terreno que ocupa devuelto a Cuba? ¿Podrá hablar en contra de la opresión histórica a la diversidad de pensamiento dentro de la misma comunidad a figuras notables como el recientemente fallecido Francisco Aruca, víctima de amenazas de bombas y otros actos de violencia atroz y de difamación? ¿Podrá denunciar la violencia que ha sido perpetrado por las facciones radicales dentro de comunidad de exiliados de Miami, como el bombardeo del vuelo 455 de Cubana en 1976 y los otros actos flagrantes de terrorismo que se han vinculado a personajes tan viles como Orlando Bosch y Luis Posada Carriles? ¿Podrá preguntarle a Marco Rubio si hablaba en serio cuando comparó a Cuba con un zoológico?

¿Abogará por un Miami que permita el pluralismo y la libertad de expresión con la misma convicción con que ella lo hace cuando se refiere a Cuba? O, ¿será una víctima de su propia autocensura?

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