Lo que defiende Lincoln Díaz-Balart

Arthur González

Cual lobo disfrazado de oveja pero con las patas de uñas afiladas a la vista, el ex congresista cubano naturalizado norteamericano Lincoln Díaz-Balart, aceptó responder algunas preguntas el pasado 15 de julio en el sitio digital Diario de Cuba, pagado por los norteamericanos para su campaña contra la revolución.

Con su acostumbrado odio visceral hacia su tío político, por haber derrocado al tirano Fulgencio Batista, quien estuvo al frente del gobierno más anticonstitucional, antidemocrático y violador de los derechos civiles y humanos que tuvo la Isla en toda su historia, Lincoln Díaz-Balart defiende al que fuera su padrino y amigo personal de su padre, quien en esa época logró llenarse los bolsillos de dinero debido a su complicidad con los crímenes y otras acciones del dictador, cuando ocupaba el cargo de Sub-Secretario de Gobernación (vice ministro del Interior) y líder parlamentario.

Si fueron tan democráticos y defensores de la Ley, ¿cómo aceptaron cargos públicos en ese gobierno que hizo correr la sangre de sus mejores hijos por las calles de Cuba?
En otras confesiones el ex congresista ha reconocido que jugaba en los pasillos del palacio presidencial y era el niño consentido del dictador y de la entonces Primera Dama.

Sin duda, Lincoln miente y tergiversa la realidad al asegurar que dejó su cargo como representante porque consideró que llevaba 24 años de servicio público y no deseaba tener un cargo vitalicio. ¿Subestima hasta ese punto el coeficiente de inteligencia de las demás personas?
Es público y notorio el escándalo de corrupción en el que se vio envuelto y como buen pichón de esbirro, hizo rápidamente mutis por el foro, ante de verse sentado en el banquillo de los acusados. De casta le viene al galgo y Lincoln no es una excepción, prefirió el sacrificio antes de ser expulsado del Congreso.

Su abuelo y el padre le trasmitieron todas las mañas y marañas para hacer fortuna, tal y como lo hicieron ellos en Cuba cuando ocuparon cargos gubernamentales; el abuelo como Alcalde de Banes, (pueblecito de mala muerte de donde era oriundo Batista) y Congresista en los 30 del siglo XX, donde llegó a ser Ministro de Transporte.

El padre hizo lo mismo desde su plaza en el ministerio del Interior, e incluso participó en la instauración del Permiso de Salida del País en 1953, el que estuvo vigente hasta el pasado 14 de enero del 2013.

Tratando de limpiar su imagen, se vanagloria de haber logrado codificar La Guerra Económica contra el pueblo cubano, diseñadas por la CIA y aprobadas en 1962 por el presidente JF Kennedy, bajo la conocida Operación Magosta, en la que se define como tarea principal desarrollar “una guerra económica que induzca al régimen comunista a fracasar en su esfuerzo por satisfacer las necesidades del país”.

Lincoln junto a otros miembros de la mafia anticubana en el Congreso, presionaron al presidente William Clinton para que firmase la conocida Ley Helms-Burton, después de que aviones de grupos terroristas de Miami en actos provocativos, violaron de forma continuada el espacio aéreo cubano y fueran derribados por Cuba. Se plantea que esas violaciones fueron diseñadas por la CIA y el grupo mafioso, con el fin de que Cuba respondiera como lo hizo, para así poder evitar que Clinton aprobara los viajes de los norteamericanos a la Isla.
Lincoln vuelve a mentir cuando asegura que “en 1959 y hasta mediados de 1960, Estados Unidos hizo todo lo humanamente posible por llevarse bien con Fidel Castro.” O no lee, o se piensa que los demás no lo hacen.

Con visitar las bibliotecas del Congreso, del Departamento de Estado o del Consejo de Seguridad, pudiera conocer algunos documentos desclasificados que invalidan esa afirmación.
Entre esos papeles existe un Memorando para el director de la CIA fechado el 11 de diciembre de 1959, donde el señor J.C. King, quien ocupaba el cargo de Jefe de la División del Hemisferio Occidental de la CIA, propone un plan, aprobado en esa misma fecha por el director, con tres puntos y varios incisos, cuyo objetivo dice textualmente: “Los objetivos de Estados Unidos son el derrocamiento de Castro en el término de un año y su reemplazo por una Junta que sea del agrado de los Estados Unidos, la cual convocará a elecciones seis meses después de su llegada al poder”.

Pero en dicho Memorando se dicen palabras mayores, y en su punto 3 titulado “Las acciones recomendadas”, se contemplan cuatro acápites y precisamente en el cuarto, señalado con la letra D, se puede leer que: “Se le debe dar una cuidadosa atención a la eliminación de Fidel Castro. Ninguno de los que se hallan cercanos a Fidel, como por ejemplo su hermano Raúl y su compañero Che Guevara, cuentan con el apoyo numérico ante las masas. Muchas personas bien informadas consideran que la desaparición de Fidel aceleraría grandemente la caída del gobierno actual”.

¿Es acaso esto lo que él considera como “hacer todo lo humanamente posible por llevarse bien con Fidel Castro”?
No caben dudas de que la mentira y la tergiversación son parte intrínsecas de la proyección sicológica de este pichón de esbirro.

Por supuesto, su lucha por mantener la Guerra Económica contra Cuba ha formado parte de la política que defienden los congresistas de origen cubano, pues es la línea de trabajo trazada por la CIA y otros funcionarios yanquis. Basta recordar las recomendaciones de quien fuera sub secretario de Estado en 1960, Lester D. Mallory, cuando propuso: …. “Debe utilizarse prontamente cualquier medio concebible para debilitar la vida económica de Cuba. Negarle dinero y suministros para disminuir los salarios reales y monetarios, a fin de causar hambre, desesperación y el derrocamiento del gobierno”.

Es por eso que se oponen a la libertad de viaje de los norteamericanos a la Isla, pues se darían cuenta del engaño y las mentiras con que los han hecho vivir durante 53 años sobre el proceso revolucionario y si bien no es una sociedad perfecta ni el modelo ideal, es mucho más justa y humana, que la sufrida por el pueblo cubano hasta enero de 1959.
Lo restante es más de lo mismo, odio y rencor por el poder perdido y el dinero robado y mal habido con el que hicieron fortuna, defendiendo a uno de los peores asesinos que ha tenido la historia de Cuba.

(Publicado originalmente en El Heraldo Cubano)

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