Minimizar el gesto imperialista.

por Enrique Martínez 

Hablar de “guerra cultural” significa minimizar el gesto imperialista.
Guerra No Convencional (GNC), sí, porque ningún otro término alcanza para caracterizar el gesto real del imperialismo contemporáneo, ningún otro articula las diversas dimensiones subversivas del imperialismo. La “guerra ideológica”, por ejemplo, refiere, entre otros, un período lejano ya en el tiempo, al igual que “guerra sicológica”. La “guerra económica” se limita, en una primera lectura apresurada, a la cepa financiero-económica; lo mismo sucede con la frase “guerra mediática”, que a pesar de la longevidad de los mass-media, remite a las tecnologías de la información y las comunicaciones. También el término “guerra de 4ta. Generación” corresponde a una vieja y demasiado militarizada clasificación del Pentágono.

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Por el mismo derrotero anda la “guerra cultural”, pues nos remonta a parajes temporales antiquísimos que, si bien están en la génesis de Latinoamérica y del “nuevo mundo”, poco tienen que ver con la guerra contemporánea de los imperialistas: 1492 inició una “guerra cultural” genocida que se ha extendido hasta nuestros días.

Se impone anotar, además, que todas estas narrativas se sustentan en diversos instrumentos jurídicos, aprobados todos por el gobierno de EE.UU. Surgen, por supuesto, de los estudios, análisis y concreciones de científicos, ideólogos, funcionarios, agentes e instituciones estatales de ese país y luego, son aprobadas al más alto nivel.

Ahora bien, por encima de su empleo en el momento necesario, en tanto partes de un corpus integrador, ninguno de estos nombres es capaz de abarcar, ni graficar, el fenómeno al que nos enfrentamos. Si bien dialogan entre sí desde sus particularidades y en espacios pertinentes, el empleo por separado de estos nombres signa un conocimiento incompleto del asunto, demuestra una limitación de la esencia del procedimiento imperialista.

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Solo el término Guerra No Convencional es capaz de articular todas esas referencias en un cuerpo único. Y eso es precisamente la GNC en nuestros días, un cuerpo que articula las demás narrativas en un solo sistema dúctil y perfectible, que constituye todo un método de carácter táctico y estratégico; “…el mecanismo de destrucción masivo más sofisticado de este nuevo siglo”, como anotó el sociólogo José Luis Vásquez Doménech, miembro del colectivo internacional Ojos para la Paz.

 Lea también el Manual de Guerra No Convencional

 

 

 

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