Ahora la súper blogger Yoani Sánchez está en Alemania convertida en la bloggingführer del Caribe, allí se le va un peo y escribe que su papá viajó a ese país cuando era comunista (el país, no el viejo). Resulta que el gobierno cubano envió al padre a Berlín como maquinista de trenes (acepto eso de un operador de central azucarero o de un carbonero de la Ciénaga, pero me resulta chocante que los alemanes no supieran manejar trenes). Y el caso es que luego regresó a La Habana con una maleta llena de zapatos para toda la familia. La familia Sánchez ha sido sumamente afortunada y no por calzar zapatos alemanes sino por lograr que otros les paguen los viajes al extranjero. Es una familia viajera a cuenta de los demás. En 54 años han viajado 3 veces con gastos pagos: su padre a Alemania pagado por la empresa ferroviaria, ella a Suiza pagada por un amigo alemán, y ahora ella otra vez en una gira mundial por 13 países pagada por amistades del blog. No sé de qué se queja entonces esta señora porque hay familias en Cuba donde nadie ha podido salir del pueblo. Ni a la capital. Pero ella sufre. Da risa esta postura. Creo que es la generación de los incomprendidos. Siempre quieren más y no saben lo que quieren. Yo lo sé: vivir sin curralar y que les paguen todo. Por eso ella se queja de la mayonesa, la mantequilla, los canisteles; incluso inventa un melodrama a su alrededor. Todo en esta mujer es cuento chino. Es producto de exportación para consumo en el exterior de la isla. Aun así me pregunto si hay alguien que le cree, que se traga sus historias. Cuando veo que académicos de Miami la consideran una literata, sé que están haciendo causa. Cuando veo los premios que le dan sé que es política, pero cuando veo que alguien cree lo que dice, sé que es imbecilidad, oligofrenia, encefalograma plano.
(Con información del blog de Varela)