El programa “Yo, sí puedo”
Según la UNESCO, hay en el mundo 796 millones de adultos analfabetos, o sea el 17% de la población mundial. Más del 98% se encuentra en los países del Tercer Mundo. Las dos terceras partes son mujeres. Los países del África subsahariana y del sur y el oeste de Asia cuentan con “un 73% en el déficit mundial de alfabetización de adultos”. En cifras absolutas, el número de analfabetos en estas regiones sigue creciendo. En cuanto a los niños, sólo el 44% están escolarizados en preescolar (148 millones), o sea que el 66% no tiene acceso a ese nivel de enseñanza (222 millones). A nivel primario, 67 millones de niños no están escolarizados. La UNESCO lanzó entonces un llamado para reducir en un 50% el número de analfabetos para 2015. El organismo de la ONU señala que los progresos realizados en este campo “fueron en el mejor de los casos decepcionantes y en el peor esporádicos”. Según la UNESCO, “para revertir esta tendencia es necesario que los gobiernos del mundo actúen con determinación”.
No obstante, la UNESCO revela una excepción: América Latina y el Caribe. Esta excepción se debe en parte al Programa Yo, sí puedo:
El programa Yo, sí puedo, que creó en 2003 el Gobierno cubano ha tenido amplios resultados […]. Aplicado en 12 de los 19 países de América Latina en 2008, forma parte de estrategias más amplias a favor de la realización de la alfabetización universal en el Estado Plurinacional de Bolivia, en Ecuador, en Nicaragua, en Panamá y en la República Bolivariana de Venezuela.
Basado en la filosofía de José Martí resumida en la siguiente cita: “Todo hombre tiene derecho a educarse, y en pago contribuir a la educación de los demás”, el Instituto Pedagógico Latinoamericano y Caribeño de Cuba lanzó el programa “Yo, sí puedo” en 2003, destinado a alfabetizar a los adultos iletrados. La adquisición de las capacidades de lectura, escritura y aritmética es indispensable para disfrutar de una plena ciudadanía. Constituye el primer baluarte contra la exclusión y la pobreza, y lleva a la realización de lo que Martí llamó “la plena dignidad del hombre”. La UNESCO subraya que “la educación salva vidas: la tasa de mortalidad infantil baja cuanto más se eleva el nivel escolar de la madre”. Así, si todas las mujeres hicieran estudios secundarios, se salvarían 1,8 millones de niños al año. Del mismo modo, la salud de los niños estaría más protegida: “Es menos probable que los niños cuya madre ha hecho estudios manifiesten un retraso de crecimiento o una insuficiencia ponderal”.
Partiendo de la problemática de la dispersión territorial de la población analfabeta, el programa “Yo, sí puedo” se elabora mediante la radio y la televisión. Así, la educación a distancia mediante las tecnologías de comunicación ha demostrado su eficacia. En efecto, este método, que crearon los mejores especialistas cubanos bajo la dirección de la pedagoga Leonela Inés Relys Díaz, permite llegar a un gran número de personas, es ahorrativo en capital humano, material y financiero y no necesita instituciones escolares para su puesta en práctica. Basado en el estímulo constante y un procedimiento sencillo (pasar de las cifras a las letras), con secuencias escucha/lectura y escucha/escritura, y dividido en tres etapas (aprendizaje de base, enseñanza de la lectura y de la escritura, consolidación), permite el crecimiento del trabajo individual así como el mejoramiento de la autoestima del iletrado. Permite también la cooperación familiar y crea vínculos estrechos entre las personas letradas e iletradas. La posibilidad de usar el método en casa permite también evitar los efectos psicológicos debidos a la mirada ajena sobre el aprendizaje personal. Por otra parte, la corta duración de los programas facilita la motivación de las personas. Por fin, se basa en el principio fundamental del voluntariado, lo que aumenta la eficacia.
Se elabora un diagnóstico integral destinado a evaluar las características socioeconómicas, geográficas, políticas, culturales y religiosas de la región a alfabetizar, y también se evalúa el número de puestos de radio y televisión presentes en la localidad. Un estudio analiza también los resultados obtenidos en los procesos anteriores de alfabetización. En efecto, el conocimiento profundo de las peculiaridades de la población analfabeta permite la elaboración de los cursos radiales y televisivos.
Se establecen varias estructuras para permitir el control del proceso de alfabetización y conseguir los mejores resultados. El trabajo es a la vez individual y colectivo, con una visita regular del profesor a sus alumnos. En cada clase, se abordan temas de interés como la salud, la familia, los ancianos, el medio ambiente, la historia y la cultura. Las personas en proceso de aprendizaje reciben de cuatro a cinco clases de 30 minutos semanales por televisión durante tres meses (32,5 horas lectivas o 65 clases) y una serie de siete fichas. Para la radio, el set se compone de 25 casetes de 60 minutos que representan cincuenta clases, 32 fichas y una guía del monitor.
El programa “Yo, sí puedo” se aplicó con éxito en Venezuela, donde se alfabetizaron más de 1,5 millones de personas, en Bolivia, en Ecuador y en Nicaragua, que son las únicas naciones latinoamericanas que se han librado del analfabetismo en la última década, según la UNESCO. También se utiliza en otros países del continente y del mundo, como Nueva Zelanda, y se aplica en varios idiomas entre ellos el francés y los idiomas indígenas (guaraní, maorí).
El programa “Yo, sí puedo” se utiliza también en España. En efecto, la ciudad de Sevilla pidió los servicios de los profesores cubanos, bajo la coordinación del Profesor Carlos M. Molina Soto, para enseñar a leer y escribir a sus ciudadanos. Después de un estudio realizado por la alcaldía se descubrió que 34.000 de los 700.000 habitantes de la capital andaluza eran totalmente analfabetos. En dos años, 1.100 adultos se alfabetizaron en los treinta centros de alfabetización que se abrieron en la ciudad. Otros municipios de España, país que cuenta con 2 millones de analfabetos, estudian las posibilidades de aplicar el método cubano en su territorio.
En Australia, el método de alfabetización se utiliza para las poblaciones aborígenes – el 60% son analfabetos funcionales– que aprenden a leer y escribir en tres meses. Además de la lectura, de la escritura y del álgebra de base, Cuba les ofrece la posibilidad de aprender a usar las nuevas tecnologías. El programa cubano se beneficia del apoyo del gobierno australiano, de la Universidad de New England y del Consejo de Tierras Aborígenes. Sin embargo, Australia ocupa el segundo puesto mundial en términos de desarrollo humano, justo detrás de Noruega, según las Naciones Unidas.
El programa “Yo, sí puedo” recibió el Premio de alfabetización Rey Sejonh de la UNESCO en 2006 por su aporte a la educación de la humanidad. Irina Bokova, directora general de la organización de la ONU saludó el método subrayando su carácter ejemplar de cooperación Sur-Sur. En efecto, desde 2003, más de siete millones de personas de 28 países diferentes aprendieron a leer y escribir gracias al programa cubano. Miguel Livina, representante de la Oficina regional de cultura para América Latina y el Caribe de la UNESCO, declaró que los gobiernos y las instituciones internacionales deberían tomar más en consideración el método cubano. También se saludó públicamente el método durante la XX Cumbre Iberoamericana en 2010.
Un nuevo programa, denominado “Yo, sí puedo seguir”, destinado a perfeccionar los conocimientos de las personas alfabetizadas, también se inauguró en las naciones donde el programa “Yo, sí puede” se aplicó con éxito.
En términos de política social y de cooperación internacional, Cuba es el modelo a seguir. Esta pequeña nación demuestra que es posible contribuir a la mejora del bienestar de los más desfavorecidos del planeta, a pesar de sus recursos limitados. Los países más desarrollados deberían inspirarse en ella.
(Publicado originalmente en Cubainformación)