Dos lances para entender la racionalidad “plattista”

La metáfora de que Cuba es una fruta (manzana, mango o guayaba) ligada gravitacionalmente a los EEUU, tiene una finalidad política pero una naturaleza física. No es bíblica, ni botánica: es newtoniana. Que dicha fruta caiga definitivamente o no dependerá de la masa y la distancia; si estas se mantienen constantes, la isla fructuosa no hará otra cosa que orbitar.

Como se ha dicho otras veces el “plattismo” es una distinción moralmente negativa en la jerga política cubana; prejuicio que vela su racionalidad “patriótica”. Por ejemplo, si en la isla faltan alimentos, el “plattista” no discurrirá en el sentido de ir a sembrar los campos de Mayabeque o Villa Clara, sino visitará a un legislador por Iowa o Nebraska para lograr donaciones de papa y maíz; si Cuba es invadida por un ejército europeo, el “plattista” no empuñará las armas junto a sus compatriotas sino que correrá a Washington DC para pedir la intervención norteamericana aliada y sacar a los malos de la isla. Si en Cuba se entroniza un tirano, el “plattista” buscará el plácet o la sanción de La Casa Blanca, siempre por el bien de la patria cubana: para sostener al déspota si lo cree protector, o para sancionarlo si lo cree castigador. “Plattismo” es asumir que para que haya un efecto en Cuba la mariposa tiene que batir sus alas en EEUU.

Hace unos días unos jóvenes cubanoamericanos escribieron (y publicaron en un medio norteamericano) un interesante y polémico ensayo sobre la visita de Yoani Sánchez a los EEUU. Le comenté a una persona que citó el texto sobre la importancia que tendría que se conociera en español, y respondió: “Es que las decisiones en EEUU se toman en idioma en inglés”. No se había considerado que dicho ensayo no se divulgara en inglés, idioma donde de hecho ya había aparecido, sino que también circulara en español, que es la lengua que hablan los cubanos. Pero el reflejo, la reacción provinciana automáticamente dictada por la “genética política” de una parte de los cubanos (o extranjeros “especializados” en el tema cubano), es “orbitar” naturalmente sobre el centro gravitacional norteamericano, que es angloparlante. Eso es “plattismo”.

Una de las leyendas sobre el vertiginoso ascenso del Sargento Fulgencio Batista a Coronel Jefe del Ejército de Cuba sitúa la causa en su dominio del idioma inglés; en ventaja sobre otros oficiales que lo ignoraban. En medio de las revueltas de los ‘30s el Sargento taquígrafo habría servido de traductor del mando militar ante los omnipresentes norteamericanos y, desviándose un tanto de la literalidad de la traducción, habría hecho algunas interpretaciones en el sentido de que un sector joven de los militares cubanos (donde él se situaba) estaría dispuesto a poner orden y hacer cambios en Cuba favorables a la nación del norte. Se ha dicho que de esa forma Batista ganó el aval de los enviados y diplomáticos de EEUU y con ello la posibilidad de llegar a la cúspide de la política nacional. “Plattismo” en su pura expresión: tanto de Batista si lo referido es cierto; como del propio mito que se atiene a no concebir que en Cuba pueda pasar algo al margen de la voluntad norteamericana.

El profesor norteamericano Ted Henken fue el organizador o uno de los organizadores del viaje de Yoani Sánchez a EEUU: “I am organizing the itinerary for Cuban blogger and human rights activist Yoani Sánchez for when she visits New York City and Washington, D.C”, escribió el Prof. Ted Henken al Senador Bill Nelson y al Congresista Joe García. Henken le tradujo a Yoani Sánchez (que no domina el inglés como Batista) en su intercambio con legisladores norteamericanos en su visita al Congreso. Además de la inusual incursión grupal de académicos de Universidades norteamericanas en un tema de alta política, vinculado públicamente al cambio de un gobierno extranjero (algo diferente a la seducción personal de profesores como Herminio Portell Vilá o José Juan Arrom por los círculos de poder), la escena del Prof. Henken traduciendo o interpretando para la joven cubana en el Congreso de los EEUU es antológicamente “plattista”. Que sea “plattista”, repito, no quiere decir que sea negativa; aunque lo es, claro, para el nacionalismo cubano radical.

(Publicado originalmente en el blog de Emilio Ichikawa)

  1. William Navarrrete

    Muy bueno Emilio, es hora de denucnair a esa tipeja.

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  2. Jack

    Tremenda trova mi socio pero no dices nada, ni productivo, ni destructivo, ni en el medio. Relaja la jerga filosofica y aterriza

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