¿Cuáles son los verdaderos objetivos de Amnistía Internacional?

Cuestión de principios.

Cuestión de principios.

Por Andrés Marí*

Al abrir la web oficial de Amnistía Internacional puedo leer en letras grandes: “El mundo puede cambiar, pero no va a cambiar solo”.

Luego sigo leyendo:

“Amnistía Internacional es una organización democrática e independiente que no acepta fondos que puedan comprometer su trabajo. Se financia exclusivamente gracias a las aportaciones de personas comprometidas con la idea de conseguir un mundo más justo. Tu colaboración, por pequeña que sea, es lo único que nos permite seguir defendiendo los derechos humanos, así como investigando y denunciando abusos que se cometen en todo el mundo. Hazte socio/a y apoya nuestro trabajo. Cuantos más seamos, más fuerza tendremos”.

A un lado de la página me dicen sobre la utilidad del dinero aportado a la organización:

“62% a Campañas, Respuesta a crisis y Sensibilización. 26% Aportación internacional al trabajo de investigación y campañas de Amnistía Internacional en todo el mundo”. O sea, el 88% de la recaudación dice estar dedicada, como se menciona en el párrafo anterior, a “la idea de conseguir un mundo más justo”, a “seguir defendiendo los derechos humanos” y a seguir “denunciando abusos que se cometen en el mundo”.

Aunque me identifico con todos esos propósitos, no soy un colaborador monetario de esta entidad. No podría serlo. Soy, reiterando el slogan inicial en letras grandes, un luchador que sabe que “el mundo puede cambiar, pero no va a cambiar solo”. Por ello estoy unido a las luchas emprendidas por la Revolución Cubana desde 1959. Sé que su proceso histórico no está carente de absurdos, errores y otras desacreditaciones. Pero conozco también, por experiencias vividas en Cuba, en África y en América Latina, la gigantesca magnitud de su colaboración por el máximo respeto a “los derechos humanos”, su constante lucha por “conseguir un mundo más justo” y su infatigable denuncia en todos los foros mundiales contra “los abusos que se cometen en el mundo”. Entonces, respondiendo a esa unidad elegida, me permito el derecho de denunciar a Amnistía Internacional por su campaña contra Cuba a través del premio otorgado al documental “Voces prohibidas” en el reciente Festival de Cine de San Sebastián.

Muchos piensan que las intervenciones de la bloguera Yoani Sánchez en este documental ya no merecen tenerlas en cuenta y no es mi propósito hacerlo. El tiempo se ha encargado de envejecerlas, desmentirlas y que se vuelvan contra ella misma. Ya sabemos de la notoria aparición en un set de la televisión de Miami de la madre del “mártir” Zapata denunciando “la manipulación sufrida para convertirla en una mendiga”, el suicidio en Canarias de uno de los ex prisioneros “políticos” cubanos al suspenderle el gobierno español las ayudas prometidas, el violento desahucio de su vivienda en Alicante a la familia de otro ex prisionero “político” que ahora, después de un juicio sumarísimo y ser condenado por resistencia a la autoridad, pide regresar a Cuba. Y celebrándose aún la gira mundial de los “disidentes” cubanos, incluyendo a la propia bloguera, con sus publicitadas reuniones en Madrid, Washington y Miami junto a aquellos que más atacan “los derechos humanos” constatan las denuncias contra ellos del gobierno cubano. Estas verdades son suficientes para que el documental de Bárbara Miller no tenga la más mínima autoridad investigativa, pero muchos no conocen esas verdades. Como dije, no es mi propósito analizar el documental, sino denunciar a Amnistía Internacional por el delirio en que ha caído. No está cumpliendo seriamente con su propósito de defender “los derechos humanos”. Al otorgarle su premio a este documental de tan bajo nivel de investigación está promocionando su uso en campañas que van en contra de los magníficos propósitos que proclama la organización.

Si a este tipo de acciones de “sensibilización” Amnistía Internacional dedica una gran parte de su presupuesto, ¿qué utilidad real tiene el dinero que podamos aportarle a esta entidad? No quisiera imaginar que las ideas de libertad, democracia y justicia que dijeron llevar los invasores de Irak y Afganistán, y que se han convertido en la mayor pesadilla de estos pueblos, hayan sido estimuladas por obras de investigación como este documental que Amnistía Internacional acaba de premiar. ¿La utilidad de los aportes monetarios está en el delirio?

No, realmente no quisiera imaginar a una organización como Amnistía Internacional mezclada con poderes que sólo han llevado la destrucción, el caos, la desesperación y la muerte a estos pueblos de Asia. No, no quiero imaginar que sus investigaciones se parezcan a la de los máximos violadores de los derechos humanos en el mundo. Pero la manipulación de la Opinión Pública es evidente. El documental premiado ya ha sido exhibido por la Televisión Española y seguramente seguirá su divulgación mundial. Tal pareciera que los grandes poderes van buscando, uno por uno, la desestabilización de todos aquellos países donde no impera su orden. Primero fue Irak y Afganistán. Después fue Libia. Mañana puede ser Siria, o Irán, o China, o Cuba. ¿Hacia dónde va el mundo por esa vía? Todos sabemos que tales formas nos alejan de “conseguir un mundo más justo”. ¿Ese es también el objetivo de Amnistía Internacional? No, reitero, no quiero imaginarlo y por eso denuncio, porque mirando “la realidad” de Cuba que refleja el documental premiado por Amnistía Internacional me ha hecho pensar en el infierno adonde pueden llevarnos a todos “investigaciones” como estas.

* Actor cubano residente en Cataluña.

(Tomado de Cubainformación)

 

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